Información importante

Este blog es un poco de todo. Es como un cajón de sastre...

Salud, alimentación, nutrición, dietas, vegana, vegetariana, ayurveda, ortomolecular ...., recetas cocina, remedios, trucos, tóxicos, manualidades, bricolage, reciclaje, costura, punto, y mucho más ..........



La información médica en este sitio está proporcionada como recurso informativo solamente y no debe ser usada con fines de diagnóstico o tratamiento.

Esta información no debe utilizarse como material educativo para el paciente, no establece relación de paciente a médico, y no debe usarse como substituto para diagnóstico y tratamiento profesional.

La consulta de este blog nunca puede sustituir a una consulta médica.

Mostrando entradas con la etiqueta ALIMENTOS PROCESADOS. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta ALIMENTOS PROCESADOS. Mostrar todas las entradas

miércoles, 28 de junio de 2017

QUÉ SON LOS PRODUCTOS ULTRAPROCESADOS Y POR QUÉ NO HAY QUE COMERLOS

EL PAÍS
El comidista

No son comida, sino preparaciones industriales comestibles. Son insanas, estimulan el apetito de manera artificial y su consumo se relaciona con enfermedades: aprende a identificar los ultraprocesados y huye de ellos.

Qué son los productos ultraprocesados y por qué no hay que comerlos
No le llames carne, porque no lo es. 
Es posible que lo recuerden: durante décadas circuló en las puertas de los colegios de toda España la leyenda de que alguien -no se sabe quién- estaba dando droga a los niños. Su modus operandi variaba según la provincia: en Madrid, por ejemplo, nuestras madres nos alertaban contra las calcomanías impregnadas en una misteriosa sustancia que te regalaban a la salida y te volvía adicto. Un dispendio digno del más maléfico de los cárteles que nunca llegó a confirmarse. Lo que sí es cierto es que muchos de aquellos niños se acabaron enganchando, en concreto, a los BollycaosTigretones o Panteras Rosas que sus madres les ofrecían. Las únicas camellas, con perdón, en toda esta historia y la única droga, acaso, que circulaba. Y también, curiosamente, con su pegatina: los famosos Toi entre otros, ¿se acuerdan?
Si en los noventa eran esas calcomanías las que generaban pánico entre los padres, hoy deberían ser los productos ultraprocesados. Nuestra generación creció entre cromos de Bollycao, sí, pero nunca antes se ha tenido el acceso que se tiene hoy en día al azúcar, las grasas o la sal en cantidades tan desmesuradas, y eso es gracias a esta clase de pseudoalimentos omnipresentes en nuestra vida cotidiana.
¿Qué son los productos ultraprocesados?
La diferencia entre comida y ultraprocesado es sustancial, y la explica Carlos Ríos, dietista, nutricionista y autor de la web Realfooding: “Estos productos son preparaciones industriales comestibles elaboradas a partir de sustancias derivadas de otros alimentos. Realmente no tienen ningún alimento completo, sino largas listas de ingredientes. Además, estos ingredientes suelen llevar un procesamiento previo como la hidrogenación o fritura de los aceites, la hidrólisis de las proteínas o la refinación y extrusión de harinas o cereales. En su etiquetado es frecuente leer materias primas refinadas (harina, azúcar, aceites vegetales, sal, proteína, etc) y aditivos (conservantes, colorantes, edulcorantes, potenciadores del sabor, emulsionantes…)".
"En este grupo", prosigue Ríos, "podemos encontrar, desgraciadamente, el 80% de los comestibles que venden en los supermercados: las bebidas azucaradas, precocinados, bollería, carnes procesadas, galletas, lácteos azucarados, postres, dulces, cereales refinados, pizzas, nuggets, barritas energéticas o dietéticas, etc”. Hay otros productos procesados (sin el ultra) que sí son saludables, porque o no interfieren o mejoran la calidad del alimento: buenos ejemplos serían el aceite de oliva, los quesos artesanos, las conservas de pescado, verduras o  legumbres, además de las hortalizas o pescados congelados.
¿Por qué gustan tanto?
“Los ultraprocesados están fabricados para promover su máximo consumo y para ello cuentan con características organolépticas de procedencia industrial, que estimulan el apetito de manera intensa. Además, en nuestro entorno abundan por todas partes de manera muy accesibles e irresistibles y la publicidad nos persigue para que los compremos. Cuanto más ultraprocesados consumimos, menos comida real está presente en nuestra dieta. Por lo que perdemos calidad por doble partida”, expone Ríos.
¿Realmente son tan insanos?
“La mayoría de estos alimentos contienen al menos una de las siguientes sustancias: sal, grasas poco saludables, azúcar y aditivos, aunque en la mayoría de los casos presentan las cuatro a la vez", explica la también nutricionista Andrea Sorinas. "También es muy común la presencia de harinas refinadas en estos alimentos. Todas estas sustancias no solo nos aportan calorías vacías, sino que son perjudiciales para nuestra salud”.
Los nuggets, un buen ejemplo de ultraprocesado a evitar. PIXABAY
Si nos fijamos más en sus ingredientes descubriremos que predominan los aditivos, conservantes, estabilizantes, emulsionantes, disolventes, aglutinantes e infladores, edulcorantes y potenciadores sensoriales de color y sabor. “A menudo, para la fabricación de un alimento muy procesado, se elimina una parte muy importante del alimento original. Un ejemplo podría ser el refinamiento de las harinas en el que se elimina el salvado y el germen del cereal, que son partes del alimento indispensables para que éste sea saludable”, abunda Sorinas, dietista y nutricionista.
¿Crean adicción?
¿Oyen eso? Son sus arterias pidiendo socorro. Porque este tipo de productos “baratos, cómodos, apetitosos, accesibles y que se conservan durante mucho tiempo”, nos pueden crear un cierto hábito o dependencia, afirma Sorinas. El asunto tiene su miga, porque además de contra la publicidad o nuestra pereza, luchamos contra la genética y nuestro cerebro. Un reciente estudio presentado en el marco de las Sesiones Científicas de 2017 de la Sociedad Americana de Nutrición reveló que existe relación entre lo que consumimos y una serie de variantes genéticas.
La investigadora Silvia Berciano es la autora principal de este trabajo, dirigido por José María Ordovás, y lo explica así a El Comidista: “El estudio confirmó esa hipótesis revelando nuevas asociaciones entre diferentes genes y nutrientes: la variante en el gen del receptor de oxitocina OXTR está asociada con un mayor consumo de chocolate, la variante en CREB1 se asocia a una mayor ingesta de sodio, potasio y magnesio mientras que la variante en FTO, a un menor consumo de fibra y vegetales. Otras variantes en SLC6A2 se relacionan con una mayor ingesta de grasa total y monoinsaturada. Y la variante en GABRA2 con un mayor consumo de sodio. Por último, el consumo de azúcares añadidos estaría relacionado con la variante en SLC6A5”.
La bollería industrial, otro enemigo de la salud. PIXABAY
Así que lo que solemos decir sobre si uno es más de salado o de dulce tiene su razón científica. ¿Pero la comida, dulce o salada, genera adicción? “Depende de cómo se defina adicción: si la definimos como una conducta caracterizada por la búsqueda compulsiva de recompensa (placer) a pesar de las consecuencias nocivas que conlleva este comportamiento, es razonable decir que la comida, en efecto, puede generar adicción. Seguramente no en cualquier individuo, sino en individuos con una predisposición genética (más los factores ambientales que hacen que se manifieste la adicción) igual que sucede con otras adicciones”, precisa Berciano. A esto, súmenle los colocones que se pilla el cerebro con los productos ultraprocesados. Escuchen: “Lo que genera la sensación de placer al tomar alimentos de palatabilidad alta -aquellos ricos en azúcar, grasa y sal- es la secreción de dopamina, serotonina y distintos canabinoides en respuesta al consumo de estos alimentos, lo que llamamos la respuesta hedónica a la ingesta”.
¿Son los ultraprocesados culpables del aumento de la obesidad?
España tiene un índice de obesidad del 17% -17,5% en hombres y 16,5% en mujeres- según los datos de la última Encuesta Europea de Salud de 2014. Este estudio se realiza cada cinco años: vaya usted a saber cómo estaremos en 2019. Pero el panorama, a tenor de otros análisis más recientes, pinta curvilíneo. Ahí va un spoiler: el Estudio Nutricional de la Población Española, que publicó en 2016 la Revista Española de Cardiología, hablaba ya de un 39,3% de españoles que sufrían sobrepeso y un 21,6, obesidad. Es decir, más de la mitad de la población (60,9%) de entre 25 y 64 años. Y si ponemos el foco en los niños, la cosa no mejora: dos de cada diez niños tienen sobrepeso y uno de cada diez es obeso, tal y como se desprende de la última Encuesta Nacional de Salud.
“La comida ultraprocesada está detrás de los problemas de obesidad de este país", asegura Javier García, tecnólogo de los alimentos. No sólo en los niños, también en los jóvenes. Un joven de 25 años que se independiza, ¿qué va a comer? Pues ya te lo digo yo: Yatekomo, que es una mezcla de pasta ultrarefinada con un potenciador de sabor. Tú llámalo como quieras, pero eso no es comida. ¿Quieres algo rápido? Ábrete una lata de pimientos de piquillo y le pones otra de atún; eso es comida rápida. Pero, claro, la lata de atún y pimientos sumados valen 3,20 euros. Y el Yatekomo algo más de un euro”.
“Se trata”, insiste García, “de concienciarse y comer comida. Por un lado, tenemos la materia prima, que son aquellos productos que vienen directamente de su producción y que llegan al consumidor tras una mínima transformación: la leche fresca, el pescado del mar, las frutas, verduras u hortalizas. Luego hay alimentos que se transforman algo más y que serían los primeros procesados: pasta, pan, aceite de oliva, garbanzos de bote, unos guisantes ultracongelados. Pero la matriz sigue siendo esa materia prima, porque aunque estén procesados no han tocado la base del alimento”.
Pero los ultraprocesados no tienen una matriz original. Una galleta no es un alimento. Hay que huir de los refrescos, zumos procesados, bollería industrial… “Esa acumulación de grasas, azúcares y sales es insana. Si tú te tomas una tostada de salmón con aguacate y un melocotón, ahí también hay grasas y azúcares. Pero con un ejército de nutrientes que compensa, distribuye y gestiona eso. Si te tomas un donuts hay grasa, azúcar y sal y no hay ejército de nada”, razona nuestro experto.
¿Qué partes de nuestro cuerpo daña el consumo de ultraprocesados?
Para pensar en su incidencia sobre la salud hay que volver a retrotraernos a aquellos años mozos de panteras rosas y batidos de chocolate: bendito páncreas, lo que tuvo que soportar. Y lo que soporta aún hoy, porque no es solo que podamos engordar, es que podemos enfermar. Una bebida energética y un paquete de Donettes, pongamos, le suponen al páncreas unos 200 gramos de azúcar que puede gestionar un día, dos, tres, pero que a la larga y semana tras semana, le acaba volviendo loco. La insulina se dispara “y se crea una alteración a nivel metabólico, lo que se llama diabetes tipo 2. El cuerpo tiene un exceso hepático de grasa. Y esto nos genera colesterol alto porque por el azúcar se accede al colesterol. Y acarrea también problemas de tipo cardiovascular y además como sobra tanta energía pues el cuerpo la acumula en forma de grasa y de ahí que la obesidad, la hipertensión cardiovascular y la diabetes del tipo 2 estén tan asociadas a este tipo de productos ultraprocesados”, aclara García con contundencia.
No es para tomárselo a broma. Las enfermedades cardiovasculares siguen siendo la primera causa de defunción en España. Por eso, este truco de la nutricionista Andrea Sorinas es vital: “Hay que centrarse en consumir alimentos sin etiqueta y sin lista de ingredientes, alimentos frescos de primera necesidad como frutas, verduras, hortalizas, legumbres, frutos secos, semillas, cereales integrales, huevos, carne y pescado frescos. En caso de llevar ingredientes, un truco muy fácil es evitar todo lo que contenga más de tres ingredientes en su etiqueta”. ¿Fácil, no?
Los snacks son, básicamente, grasas saturadas y sal. WIKIMEDIA.COM
¿Qué medidas se están tomando contra este problema?
Con estos índices de obesidad, cabe preguntarse qué se está haciendo o qué medidas hay en marcha para paliar este problema de salud mundial. Tal vez la solución estaría en gravar las bebidas azucaradas para subvencionar, de alguna forma, la fruta. Preguntamos al Ministerio de Hacienda, pero de momento la aplicación de un impuesto a las bebidas azucaradas está paralizada, según nos confirmaron fuentes de ese gabinete. Y todo ello a pesar de que el Gobierno anunció esta medida en diciembre de 2016, un gravamen que sí está vigente en Cataluña, por ejemplo, donde las latas de refresco cuestan un 7% más que en el resto de España. Y en otros países del mundo. Respecto al tema de la fruta es algo que, ahora mismo, tampoco entra en sus planes.
Y la industria que fabrica estos productos, ¿qué dice?
Descubrimos otro hecho que hace arquear las cejas. Las empresas más importantes que fabrican ultraprocesados están adheridas al Plan de Hábitos de Vida Saludables (Havisa) del Ministerio de Sanidad: un plan de comunicación creado para promocionar hábitos de vida saludables en la población española. Allí figuran, por ejemplo, compañías como Bimbo (actualmente propietaria de las marcas Donuts y Bollycao), Coca ColaGallina Blanca (Yatekomo), Pepsico (Lay´s), NestléGrefusa o Ferrero (Kinder sorpresa). Ésa. Esa misma cara es la que puse yo.
Desde El Comidista tratamos de contactar con todas esas empresas. Pero solo tres -Pepsico, Nestlé y Gallina Blanca- nos contestaron. En el caso de Pepsico –Lay`s, Pepsi, 7 Up o Doritos- destacaron el compromiso de esta compañía “en seguir mejorando su variedad de alimentos y bebidas para satisfacer las cambiantes necesidades de los consumidores mediante la reducción de los niveles de azúcares añadidos, grasas saturadas y sodio en su gama de productos”.
Nestlé nos remitió a sus 10 Compromisos Nutricionales como “mejorar el perfil nutricional de los productos, ofrecer una información transparente y responsable al consumidor e impulsar programas de educación nutricional y fomentar hábitos de vida saludables”. En el caso de Gallina Blanca, nos contaron que desde 2006 cuentan con la Plataforma Nutrición y Salud de Gallina Blanca. “Un programa de reformulación para reducir el contenido de sal y grasas en las recetas de los productos de esta compañía”.
Fuentes del Ministerio de Sanidad explican, por su parte, que entre los mensajes acordados para su difusión por estas empresas se encuentran: ‘Desayuna todos los días, come más fruta y verdura, camina 30 minutos al día o utiliza las escaleras en lugar del ascensor’. En 2016, añaden, se acordó introducir una nueva leyenda: "Se recomienda el consumo moderado de sal, grasas y azúcares". “Este nuevo mensaje, igual que el de ‘infórmate: lee la etiqueta de los alimentos y bebida’, pretende concienciar de la importancia de realizar elecciones saludables de los alimentos para conseguir una dieta variada, equilibrada y moderada”.
Aunque reconocen: “La realidad es que nuestra alimentación está siendo poco equilibrada, con bajo consumo de frutas, verduras, y de fibra y un elevado consumo en sal, grasas y azúcares añadidos, calorías y con una calidad nutricional cada vez más alejada de nuestra tradicional dieta mediterránea. Estamos abandonando nuestra dieta tradicional y además el sedentarismo está adquiriendo una dimensión cada vez mayor instalado en nuestro trabajo y nuestro ocio. No obstante, la obesidad, al ser un problema multifactorial, necesita un abordaje integral, multidisciplinar y multisectorial: toda la sociedad debe ser consciente de este problema”.
http://elcomidista.elpais.com/elcomidista/2017/06/21/articulo/1497996129_196916.html?rel=cx_articulo#cxrecs_s

jueves, 8 de diciembre de 2016

Los 8 ingredientes más dañinos que debe identificar en las etiquetas de los alimentos

Empodera Salud



 March 19, 2015
Los alimentos procesados están cargados de conservantes, colorantes artificiales y saborizantes artificiales, está es una de las razones por la que le recomiendo evitarlos. Una vez que empiece a leer las etiquetas, se dará cuenta de que están en todas partes.
La mejor manera de evitar los aditivos químicos tóxicos es consumir únicamente alimentos enteros y frescos. Pero en términos prácticos, esto puede ser difícil de hacer para muchas personas, al menos el 100 por ciento del tiempo. Lo más probable es que, a pesar de sus mejores esfuerzos, consuma uno o dos alimentos procesados en cualquier momento de su alimentación.
Por lo tanto, es bueno saber cuáles de los miles de aditivos químicos son los más peligrosos y que debería evitar a toda costa cuando lo identifica en una etiqueta de alimentos.
Un artículo recientemente publicado en One Green Planet destaca ocho ingredientes particularmente dañinos que usted y sus hijos probablemente están comiendo. Parece que hay un buen consenso sobre lo peor de lo peor, ya que siete de ellos también eran apodados “Scary Seven” por Andrea Donsky de Naturally Savvy.
Si nota cualquiera de estos en una etiqueta de los alimentos, regréselo rápidamente al estante. Aunque estoy de acuerdo con todas las opciones de One Green Planet, aquí seleccioné los que yo considero son los peores ingredientes que se encuentran en los alimentos procesados.

1. Endulzantes Artificiales

Los estudios han demostrado que probar algo dulce aumenta el hambre, independientemente de las calorías, y el consumo de endulzantes artificiales ha demostrado causar un mayor aumento de peso que consumir azúcar.
El aspartame parece tener el efecto más pronunciado, pero lo mismo se aplica para otros endulzantes artificiales, como el acesulfame de potasio, sucralosa, y sacarina. Por desgracia, el aumento de peso es sólo la punta del iceberg cuando se trata de los riesgos para la salud de los endulzantes artificiales.
Los endulzantes artificiales aumentan el riesgo de diabetes. Un estudio reciente en la revista Nature nos dijo por qué—ellos alteran negativamente su microbioma intestinal. Por ejemplo, el endulzante artificial de mayor venta Splenda (sucralosa) puede destruir hasta el 50 por ciento de su flora intestinal benefica.
Se ha sabido desde hace tiempo que consumir sucralosa puede causar o agravar la enfermedad inflamatoria intestinal debido a que interfiere con la función gastrointestinal.
Estudios en animales y humanos han demostrado que Splenda altera la función de la glucosa y la insulina, promoviendo de esta manera el aumento de peso, resistencia a la insulina y la diabetes tipo 2.
Pero hay otras preocupaciones de que la sucralosa puede causar daño en el ADN, y cuando se calienta libera cloropropanoles, que son miembros de una clase extremadamente peligrosa de carcinógenos llamados dioxinas. Los endulzantes artificiales son un grupo de aditivos químicos que deben evitarse por completo.

2. Grasas Trans y Aceites Vegetales

ingredientesDesde que fueron introducidas las grasas trans en 1911, la grasa trans “Crisco” ha sido implicada en numerosos problemas de salud graves. En primer lugar, promueven la inflamación, que es un punto de referencia de la mayoría de las enfermedades crónicas.
Las grasas trans también interfieren con la función básica de la membrana celular, lo que puede preparar el camino para el cáncer, diabetes y enfermedades cardiovasculares.
Las grasas trans pueden aumentar radicalmente el riesgo de accidente cerebrovascular. Un estudio en 2010 que involucro a mujeres posmenopáusicas encontró una incidencia 30 por ciento más elevada de accidentes cerebrovasculares isquémicos entre las mujeres cuyo consumo diario de grasas trans era el más elevado.
Mientras que las grasas trans son ampliamente reconocidas como nocivas y se están eliminando en gran medida, muchos restaurantes están regresando al uso de aceites vegetales sintéticos, que pueden agravar aún MÁS el problema debido a la gran cantidad en la que ahora se consumen.
Los aceites vegetales hidrogenados están presentes en la mayoría de los alimentos procesados, incluyendo galletas, papas fritas, alimentos fritos, y muchos otros. Hoy en día las personas en Estados Unidos comen más de 100,000 veces más aceites vegetales que a principios del siglo 20—los aceites vegetales ahora representar un  siete u ocho por ciento de todas las calorías consumidas.
A diferencia de las grasas trans, los aceites vegetales continúan siendo ignorados a pesar de que se convierten en subproductos de oxidación tóxicos cuando son calentados.
Una categoría de un subproducto son los aldehídos cíclicos, que son altamente inflamatorios y pueden promover la enfermedad cardíaca y el Alzheimer. Los aceites vegetales tales como el aceite de soya, canola, maíz y otros aceites tienen el riesgo adicional de ser genéticamente modificados y estar contaminados con glifosato.

3. Sabores Artificiales

Cuando ve el término “sabores artificiales” en una etiqueta, no hay manera de saber lo que realmente significa. Esto podría significar que un aditivo natural está presente, o una mezcla de cientos. Por ejemplo, el sabor artificial a fresa puede contener alrededor de 50 compuestos químicos.
Aún más preocupante, “el sabor natural” puede ser algo que lo mejor sería no consumir—por ejemplo el sabor a vainilla, a menudo esta hecho de secreciones anales de castores.
Un compuesto en estas secreciones anales, castóreo, huele a vainilla y es utilizado para dar sabor a diversos productos horneados, postres, goma de mascar, y otros artículos. Pero en la etiqueta no verá “secreción anal de castores.” En su lugar, vera el término menos alarmante como “sabor natural”
Algunos sabores artificiales tienen preocupaciones de salud muy graves. Por ejemplo, el sabor a mantequilla agregado a las palomitas de microondas (diacetilo) tiene varias implicaciones para la salud del cerebro y puede contribuir a las placas beta amiloide, que se asocian con el desarrollo del Alzheimer.

4. Glutamato Monosódico (MSG)

El glutamato monosódico o MSG (por sus siglas en inglés) es una excitotoxina. Este potenciador del sabor a menudo está relacionado con la comida china, pero en la actualidad es añadido a un sinnúmero de productos alimenticios procesados, desde comida congelada y aderezo para ensalada hasta papas fritas y carnes. Sin embargo, el término “glutamato monosódico” o sus siglas MGS ni siquiera es mencionado en la lista de los ingredientes. En lugar de ello, se pueden utilizar docenas de otros nombres, tales como ácido glutámico, proteína hidrolizada, extracto de levadura, y docenas de otros.
Parte del problema es que el ácido glutámico libre (el MSG es aproximadamente 78 por ciento de ácido glutámico libre) es el mismo neurotransmisor que su cerebro, sistema nervioso, ojos, páncreas y otros órganos utilizan para iniciar ciertos procesos en su cuerpo. Aunque la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) sigue afirmando que el consumo de MSG no causa efectos nocivos, muchos expertos informan todo lo contrario. El MSG está relacionado con la obesidad, daño en los ojos, dolores de cabeza, fatiga, desorientación, depresión, palpitaciones, entumecimiento y hormigueo.

5. Colores Artificiales (Colorantes)

Cada año, los fabricantes de alimentos vierten 15 millones de libras de colorantes alimentarios artificiales en los alimentos hechos en Estados Unidos. Sin embargo, un estudio en 2014 realizado por la Universidad de Purdue sugiere que los niños pueden estar consumiendo mucho más colorantes alimentarios tóxicos de lo que se pensaba. Una variedad de colorantes alimentarios comunes y el conservador benzoato de sodio hacen que algunos niños sean más hiperactivos y distraídos. Las cantidades de colorante, incluso en porciones individuales de algunos alimentos son más altos que las cantidades capaces de afectar negativamente el comportamiento de los niños. Muchos de estos colorantes provienen del alquitrán de hulla.
Nueve de los colorantes alimentarios actualmente aprobados en los Estados Unidos están relacionados con problemas de salud que van desde cáncer hasta hiperactividad y reacciones tipo alergia y estos resultados fueron de estudios realizados por la propia industria química. Por ejemplo, Rojo #40, que es el colorante más utilizado, puede acelerar la aparición de tumores en el sistema inmune de los ratones, mientras que también desencadena la hiperactividad en los niños. El Azul #2, utilizado en dulces, bebidas, alimentos para mascotas, y más, estuvo vinculado a tumores cerebrales. Y el Amarillo #5, que se utiliza en productos para hornear, dulces, cereales, y más, no sólo podría estar contaminado con varios químicos que causan cáncer, sino también está ligado a la hiperactividad, hipersensibilidad y otros efectos en el comportamiento de los niños.

6. Jarabe de Maíz de Alta Fructosa (JMAF)

A menudo se afirma que el jarabe de maíz de alta fructosa o JMAF no es peor que el azúcar, pero si revisa la investigación científica contemporánea, se dará cuenta que este no es el caso. Las personas en Estados Unidos están consumiendo grandes cantidades de fructosa, sobre todo en forma de jarabe de maíz de alta fructosa, porque es barato y es fácilmente agregado a los alimentos procesados. El JMAF contiene la forma libre de monosacáridos de fructosa y glucosa, por lo que no puede considerarse biológicamente igual que la sacarosa (azúcar de mesa), que tiene un enlace glucosídico que se une a la fructosa y a la glucosa y ralentiza su descomposición en el cuerpo.
Y la fructosa está escondida en la alimentación de muchas personas, en alimentos que lo dejarían con la boca abierta, incluyendo alimentos para niños y condimentos. La fructosa se metaboliza principalmente en el hígado, ya que es el único órgano que es capaz de hacerlo. En el hígado, la fructosa se metaboliza al igual que el alcohol, causando disfunción metabólica mitocondrial en la misma manera que el etanol y otras toxinas. Y al igual que el alcohol, su cuerpo convierte la fructosa directamente en grasa.
Como recomendación estándar, le aconsejo mantener su consumo de fructosa TOTAL por debajo de los 25 gramos por día. Para la mayoría de las personas, sería prudente limitar su consumo de fructosa de frutas a 15 gramos. También lo invito a que revise su nivel de ácido úrico en la sangre. Los niveles elevados de ácido úrico es un potente indicador de toxicidad por fructosa, por lo que si sus niveles están por encima de los siguientes, entonces lo mejor sería evitar todas las formas de fructosa hasta que sus niveles se hayan normalizado—al igual que lo haría con los niveles elevados de insulina.
  1. 4 mg/dl para los hombres
2. 3.5 mg/dl en las mujeresSobrecarga de Fructosa

7. Conservantes

Los conservantes alargan la vida útil de los alimentos, lo que aumentan las ganancias del fabricante—a costo suyo, ya que la mayoría están relacionados con problemas de salud como cáncer, reacciones alérgicas, y más. Dado a que se trata de una categoría amplia con demasiados compuestos químicos para mencionar aquí, seleccioné los peores cinco.
ConservanteDonde se EncuentraPotenciales Riesgos de Salud
BHA y BHT (hidroxitolueno butilado y hidroxitolueno butilado)Chicles, cereales para el desayuno, panes, galletas, papas fritas, mezclas de frutos secos, y muchos otrosProblemas neurológicos, problemas de conducta, problemas hormonales, disfunción metabólica y cáncer
TBHQ (hidroquinona de butilo terciario)Fideos instantáneos, galletas, dulces, pizzas comerciales, y muchos otrosNáuseas y los vómitos, zumbido de oídos, delirio, sensación de asfixia, toxicidad hepática, y mutaciones reproductivas;tan mortal que sólo 5 gramos pueden matarlo
Benzoato de sodioSodas, jugos, aderezos para ensaladas, encurtidos y otrosHiperactividad, asma, cirrosis, enfermedad de Parkinson y cáncer
Nitrito de sodio y nitratoEmbutidos, tocino, jamón, pescado ahumado y salchichasCáncer colorrectal, de estómago y de páncreas
AzodicarbonamidaAcondicionador de masa en productos comerciales para hornear (un químico de plástico presente en los mats de yoga y suela de zapato)Cáncer, asma y alergias

8. Ingredientes Transgénicos

La nueva investigación sobre los alimentos transgénico (GM) sigue confirmando el peligro de agregar ingredientes transgénicos a los alimentos procesados. Desafortunadamente los ingredientes transgénicos no son mencionados en la etiqueta. Cada vez nos estamos acercando más a la aprobación de leyes de etiquetado, pero aún no lo logramos. Si es posible, recomiendo evitar todos los alimentos que contengan organismos transgénicos, al comprar únicamente aquellos que están certificados como orgánicos o verificados por el Proyecto No-GMO. El último estudio sobre transgénicos, que involucró a cerdos, fue uno de los estudios científicos más sólidos jamás realizado sobre los efectos en la salud de una dieta a base de transgénicos.
La mayoría de los cerdos criados en territorio estadounidense, son normalmente alimentados con una mezcla de soya transgénica y maíz. Los investigadores descubrieron que esta alimentación provoca una inflamación severa en el estómago de los cerdos. En general, los niveles de inflamación fueron 2.6 veces mayores en los cerdos alimentados con transgénicos que en aquellos alimentados con una alimentación libre de transgénicos. Mientras que las hembras eran 2.2 veces más propensas a tener grave inflamación estomacal por el consumo de pienso transgénicos, los cerdos machos tenían cuatro veces más probabilidades de sufrir inflamación estomacal grave. La dieta transgénica resulto ser igual que la típica dieta americana, que lo expondrá a una variedad de diferentes alimentos transgénicos a través de su alimentación diaria, en lugar de sólo uno a la vez. Según el Proyecto No-GMO:
“La mayoría de los países desarrollados no consideran que los transgénicos sean seguros. En más de 60 países de todo el mundo, incluyendo Australia, Japón y todos los países de la Unión Europea, existen importantes restricciones o prohibiciones sobre la producción y comercialización de organismos genéticamente modificados. En los Estados Unidos, el gobierno ha aprobado los transgénicos de acuerdo con los estudios realizados por las mismas corporaciones que los crearon y que se benefician de la venta. Cada vez más, las personas en Estados Unidos están tomando las riendas y están optando por eliminar el experimento de los transgénicos.”

Estados Unidos Envía “Alimentos Procesados Más Saludables” a Otros Países

Muchos de los alimentos que se venden en los Estados Unidos están prohibidos en otros países debido a sus aditivos dañinos, promotores del crecimiento, ingredientes transgénicos, u otras prácticas peligrosas. Los colorantes artificiales alimentarios, bebidas y pan que contienen bromato y conservantes cancerígenos son sólo algunos ejemplos. La industria alimentaria ya ha formulado productos más seguros y mejores para otros países que tienen los ingredientes dañinos, entonces ¿por qué insisten en vender versiones inferiores en Estados Unidos? El hecho de que las personas en Estados Unidos tienen una pésima salud y mueren más jóvenes que las personas en otros países desarrollados hace que dudemos si los alimentos tóxicos podrían estar desempeñando un papel.
Hay innumerables ejemplos de las agencias reguladoras federales de Estados Unidos que han vendido la industria a expensas de su salud, mientras que otros países han optado por proteger a sus ciudadanos al adoptar el principio de precaución. Si desea evitar los alimentos cuestionables e ingredientes potencialmente dañinos, entonces eliminar los alimentos procesados es su mejor opción. Cerca del 90 por ciento del presupuesto que gastan en comida las personas en Estados Unidos es para comprar alimentos procesados, por lo que hay mucho que se puede hacer en esta área.
Aprender a leer las etiquetas (y entender lo que puede NO estar en la etiqueta) es una parte importante de este proceso, ya que la mayoría de las personas tienen dificultad para evitar los alimentos procesados el 100 por ciento del tiempo.