23 de febrero de 2017
Que comer mal, de manera poco saludable es causa de multitud de enfermedades es harto conocido. Lo que quizá no somos conscientes es hasta qué punto. ¿Qué datos concretos tenemos de los impactos en la salud pública de la incorrecta nutrición? ¿Dónde se origina la alimentación insana y qué podemos hacer para evitarla?
La organización VSF Justicia Alimentaria Global ha elaborado un informe basado en datos del Departament de Salut de la Generalitat de Catalunya que no deja lugar: Una de cada cinco personas que mueren en Cataluña lo hacen debido a la alimentación insana.
Los datos entiendo que son extrapolables al resto del país y de la Unión Europea, no creo que catalanes y catalanas coman especialmente mal, es más Cataluña tiene fama de ofrecer buenos productos alimenticios. El problema no es ese sino la dieta que estamos llevando en las sociedades llamadas occidentales.
En estos momentos la alimentación insana es el principal factor de riesgo para enfermedades como la diabetes, los cánceres de estómago y colon y las enfermedades cardiovasculares. También el sobrepeso y la obesidad, que según datos de la Encuesta Nacional de Salud 2014, en Cataluña afecta al 50% de la población (un 35% tiene sobrepeso y un 15%, obesidad), nos cuentan desde esa asociación.
La relación estrecha entre salud y alimentación insana es uno de los ejes de la investigación Viaje al centro de la investigación que nos enferma que ha elaborado VSF Justicia Alimentaria Global.
El coste sanitario directo de todo este desbarajuste asciende a más de 2.200 millones de euros, un 26% del presupuesto del Departamento de Salud de la Generalitat. Es claro el tópico de Hipócrates de que tu alimento sea tu mejor medicina.
No le estamos haciendo mucho caso al bueno de Hipócrates y así nos va.
El consumo excesivo de azúcares, grasas insalubres y sodio, básicamente a través de los alimentos procesados, es la principal causa de esta alimentación insana.
Es lo que nos cuenta el periodista Michael Moss en su libro Adictos a la comida basura que ya reseñamos en este blog, que no sólo son malos los productos que llevan gran cantidad de sal, grasa y/o azúcar sino que está hecho de manera premeditada para azuzar nuestros instintos básicos y vender más comida basura.
Las empresas emplean ingentes cantidades de dinero en estudiar nuestros gustos para fabricar lo que deseamos no lo que necesitamos desde el punto de vista nutricional.
Alimentan nuestros deseos y todos contentos; población satisfecha, industria rentable.
El papel de la Administración estadounidense queda en entredicho en el texto del periodista, al beneficiar con sus medidas a los fabricantes de la basura comestible.
La población, bombardeada por el marketing de la industria, olvidada por una Administración permisiva y que defiende a los productores como cuestión de Estado, queda desamparada… pero encantada pues parece ser que hoy muchas personas elijen su alimentación en función del sabor y la palatibilidad, es decir de cómo sienta en la boca una comida.
En España se ha incrementado considerablemente el consumo de estos ingredientes “malditos” (sal-grasa-azúcar), aunque la inmensa mayoría de la población sabe que hay que reducirlos.
Esta aparente contradicción -explican en VSF Justicia Alimentaria- es el resultado de uno de los grandes trucos de magia de la industria alimentaria: están en todas partes, pero nadie los ve”.
La legislación española actual no favorece ni el control de las grandes empresas de alimentación, ni que el consumidor tenga la información a su alcance para prevenir una alimentación insana.
Desde la citada organización impulsan la campañaDame Veneno. La alimentación que nos enferma, que ya citamos en un exitoso post titulado La alimentación que nos enferma y la que no y hacen una serie de propuestas de modificaciones legislativas y de mayor control por parte de la Administración.
Desde aspectos relacionados con la publicidad y el etiquetado, hasta otras de tributarios que permitan abaratar el coste de la alimentación sana y, en cambio, se penalice aquellos productos más nocivos.
Me parece interesante que desde la campaña Dame Veneno se ha impulsado la creación de la Alianza para una Alimentación Saludable, iniciativa pionera en el Estado en la que organizaciones de defensa de los consumidores, del mundo médico, agrarias, ecologistas y diferentes asociaciones de familiares de alumnos.
Es necesario unir ciudad y campo, no es posible una alimentación sin agricultores y ganaderos o pescadores. Hoy el proceso alimentario está más cerca de los laboratorios que de la tierra fértil. Más cerca de los estantes de las grandes superficies que del economato de barrio o de pueblo.
El creador del movimiento Slow food, Carlo Petrini, reclama una mayor variedad en los cultivos así como la unión y el compromiso de productores, ciudadanos, chefs y hosteleros para “lograr un paradigma que no se base en una economía de mercado, sino en una economía de la comunidad”; mayor variedad de cultivos, mayor relación de productores y consumidores para comer alimentos lo más ecológicos y locales posibles.
No es una utopía, incluso en los portales y webs del sector alimentario y la gran superficie se publica sobre el apogeo de la alimentación ecológica y específica, free from (libre de, en español).
Lo que nos interesa no es tanto que “El mercado” sea ecológico sino que las relaciones que establecemos con la alimentación y quienes la producen y distribuyen sean ecológicas, que no estén regidas por intereses comerciales sino de calidad de vida y salud pública.
Y es que existe comida mala, buena alimentación e incluso nutrición óptima, como explica la Doctora en Ingeniería agrónoma por la Universidad Politécnica de Valencia, Mª Dolores Raigón en esta entrevista que publiqué hace poco: “La alimentación ecológica es mejor, ofrece más nutrientes”.
Es decir, que algo de comer, algo que llevarte a la boca cuando tienes hambre, puede ser sólo comida, puede alimentarte bien o incluso y esto es lo mejor, puede nutrirte. ¿Por qué conformarnos con lo mínimo que además es malo?
http://www.migueljara.com/2017/02/23/la-comida-mala-la-buena-alimentacion-y-la-nutricion-optima/
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